La gestión por procesos es un sistema de trabajo para la mejora continua. Se basa en la identificación y gestión sistemática de los procesos (implica documentarlos, medirlos y mejorarlos) y debe partir de la estrategia de la organización. Las principales ventajas son la estandarización, la reducción de la variabilidad y la optimización de los recursos.
Es importante tener claro que un proceso es un conjunto de actividades (secuencias y ligadas entre si) que transforman elementos de entrada en elementos de salida, añadiendo valor al cliente del proceso (puede ser interno o externo a la organización).
Para comenzar a implantar la gestión por procesos hay que partir de la estrategia, la misión y la visión de la organización, (o división, entidad, etc, con la que se esté trabajando). La estrategia es el conjunto de decisiones que una organización toma para garantizar el cumplimiento de su misión y el logro de su visión. La misión es el propósito y razón de ser. La visión son los objetivos a mediano y largo plazo.
Hay que diferenciar que un proceso define qué es lo que se hace y un procedimiento cómo se hace. Normalmente el procedimiento (un flujograma) es el nivel más bajo en el despliegue de procesos.
La estructura organizacional tradicional de una organización está basada en la especialización y división del trabajo y de las responsabilidades, mientras que una organización orientada a la gestión por procesos debe tener una visión transversal ya que los procesos cruzan uno o varios límites organizativos funcionales. La Gestión por procesos permite a las organizaciones orientar su actividad hacia el cliente, cambiando el enfoque del trabajo a la visión de la totalidad de los procesos y cambiando la concentración del conocimiento por aprendizaje organizacional.
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